Está todo bien hasta que me doy cuenta de que tengo más ganas de darte un beso que de respirar. Hasta ahí mis límites se transforman en lineas muy delgadas, casi invisibles. Verlo tomar, verlo comer, verlo respirar, verlo pensar, verlo morderse las uñas, verlo atarse los cordones, verlo ser quien es, verlo cantar, verlo gritar, verme amandoló. ¿Será normal sentir sensaciones tan fuertes siendo tan -joven-? ¿Qué es esta seguridad tan freak que estoy sintiendo? Antes amé, claro. Y dije que no me volvería a pasar, que no me lo permitiría. Ahora es otra vez quererlo por todo, es un paquete, con sus pro y sus contras. Es rarísimo. Algo que senti antes y no queria sentir de nuevo. Es agradable, hasta cierto punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario