Hay gente que aprendés a querer y hay gente que aprendés a odiar. A mi criterio, a la gente, siempre hay que aprenderla. Todas sus fórmulas, sus códigos, cómo se elevan y cómo se escapan.
Siempre que siento que vale la pena, no dudo en pasar por ese proceso. Y no tiene desperdicio, lo puedo asegurar.
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