La soledad comenzó a transformarse en un vacío impecable. Todo al rededor era vacío. Un vacío con ruido a hueco, con olor a encierro y a muebles viejos, con las paredes corroidos por el tiempo, con el dolor imponiendo presencia. No me aguanté y grité. El eco me aturdió. Decidí que eso tenia que cambiar. Decidí no volver a soportar ese vacío, ese sonido, ese olor, ese eco. Para eso tenia que cambiar mi circulo interminable de personas, de lugares, de recuerdos. Tenía que borrarlo, empezar de nuevo. No iba a ser fácil. Pensarlo ya era difícil.
Un impulso me llevó a cerrar los ojos y a abrir la puerta dejando entrar todo lo desconocido a mi mundo. Respiré profundo ese olorcito fresco a libertad. Me senté, prendí un cigarro y mientras se consumía, pensé 'Ésto no va a pasar solo y porque sí'.
No me decidí a hacer nada mas. Tampoco me quedé ahí.
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