miércoles, 14 de mayo de 2014

Agarro el libro en la página que marca el señalador: 

“Se amoldaba a la perfección de mi mano. Como si hubiera sido hecho para mí. Él apoyó la palma de su mano sobre mi corazón. Su tacto se fundió con mis latidos [...] Entonces no lo sabía. No sabía que era capaz de herir a alguien tan hondamente que jamás se repusiera. A veces, hay personas que pueden herir a los demás por el mero hecho de existir”. 

¡Qué libro de mierda!

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