viernes, 3 de junio de 2016

Ya estaba sangrando.

El invierno fue eterno con vos. 
Te amé, te amo. Con cada caricia, cada beso, cada sonrisa te amé más.
Hasta que te conocí.

Eramos felices, hasta que empezó el invierno. Dejé crecer dentro de mi el fruto del amor que yo creía que teníamos, pero se evaporó, como todo entre nosotros. Según vos me lo merecía, por puta, yo creía que también. Tus caricias pasaron a ser los golpes mejores dados, sin marcas, pero firmes. Tus besos mi peor pesadilla. Y tu sonrisa la certeza de que esa noche de nuevo iba a pasar.
"Yo te amo, y si me dejas me mato"
Me denigraste, humillaste y creaste en mi niveles de autodestrucción que nunca creí poder alcanzar. Me ataste a la idea de que yo no valía nada, que no sirvo para nada. Tus palabras, mas crueles que tus golpes, me llevaron a creerte. 
Tres años pase aprendiendo a no sangrar. Experta en maquillar moretones y soportar el dolor. 
Te fuiste y volviste cuando quisiste, porque vos podías, porque vos si, y porque yo no soy nadie y no merezco nada.
El día que cerré la puerta ya estaba sangrando desde hacia mucho tiempo. Me sangraba el alma.
Hay dolores que no se van mas, con los que se convive para siempre.

Sobre todo por mi, ella, y por todas. Ni una menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario